sábado, 4 de octubre de 2008

Valdepeñas de la Sierra – Collado de la Palanca – Alpedrete de la Sierra – Valdepeñas de la Sierra

La siguiente ruta discurre entre las provincias de Guadalajara y Madrid, aunque su cercanía con El Atazar y Patones la hace una más de entre las rutas “madrileñas”. Son aproximadamente 40 kilómetros, la mitad subida, la mitad bajada. Los ascensos no son excesivamente duros, por lo que, con un poco de entrenamiento previo, se puede completar sin problemas. Eso sí, abstenerse impacientes. Es una ruta para disfrutar y para rodadotes de la montaña, de paciencia y de ritmo constante.


La ruta comienza en el camino que lleva al cementerio de Valdepeñas de la Sierra. Viniendo desde Patones por la carretera GU 1066, cruzamos el pueblo y conforme desaparezcan las casas a nuestra derecha, ahí comienza el camino (1).



Una vez dejamos el cementerio a nuestra derecha, se abre ante nosotros una clara panorámica de lo que va a ser la ruta. Las montañas al fondo nos avisan de lo que nos espera. Una subida constante que requerirá una buena dosis de saber llevar los tiempos sobre la bicicleta.




Seguimos el camino principal (sin salirnos por caminos alternativos, ej.2). Tras varios tramos seguidos de subidas y bajadas (más de lo primero que de lo segundo) nuestro camino muere en un cruce. Tenemos dos opciones. Izquierda o derecha. En este caso, seguimos ascendiendo. A la izquierda (3).



Con las piernas ya calientes y las pulsaciones subiendo, comienza el verdadero ascenso al Collado de la Palanca. Quizás las primeras rampas sean las más duras, coincidiendo con el tramo más sinuoso de la ruta, en forma de curvas de 180º (4).




A partir de ahí, varios kilómetros en los que lo único en lo que hay que preocuparse es de no perder el ritmo ni las pedaladas. El paisaje no es precisamente frondoso, más bien abierto, aunque de una especial belleza. Aunque más que la belleza, lo más admirable resulta el silencio. Un silencio únicamente roto por el sonido de la cadena y por nuestra propia respiración.


El final del ascenso se acerca conforme el camino se retuerce hacia nuestra izquierda en una amplia curva de 180º. Un último esfuerzo nos a una curva a derechas donde asoma un pino que parece hundirse en el precipicio. Hemos llegado al Collado de la Palanca. (5). Final del principal ascenso de la jornada (estamos a 1511 metros sobre el nivel del mar).



















Tras un merecido descanso y un vistazo al paisaje, retomamos el camino en forma de descenso.



Al igual que la subida, la bajada no es especialmente desnivelada, lo que permite descender con cierta velocidad. La bajada termina en Collado Santo, a 988 metros sobre el nivel del mar. Especial atención en este punto (6). Tomaremos el camino que continúa de frente en ligero ascenso.



A continuación, un tramo de ligeros ascensos y descensos, hasta llegar a un nuevo cruce (7). Aquí giraremos a la izquierda. Si tomásemos el camino de la derecha, nos dirigiríamos hacia el Atazar. A partir de ese punto un descenso que debemos seguir de frente (a los pocos metros se abre a nuestra derecha un camino que desciende hacia el río Lozoya, NO debemos tomarlo [8]).



El siguiente tramo (9), me vais a perdonar, no lo recuerdo del todo bien (la última vez que hice esta ruta fue hace bastante tiempo). Lo que sí recuerdo es que hay que coger cualquiera de los caminos que viren hacia la izquierda (sobre el mapa os propongo las diferentes opciones existentes, todas valen, cada una es un color, cada color es un camino diferente que desembocan en el mismo punto).




Ese punto es un rápido descenso que nos pone a las faldas de Alpedrete de la Sierra. Pasamos un río y ascendemos, tras una curva en herradura, a Alpedrete (10).

Atravesamos el pueblo por la calle principal, y una vez hemos salido del pueblo (11) recomiendo completar el trazado por carretera hacia Valdepeñas de la Sierra. Raro será que durante el corto tramo os encontréis algún coche. Eso sí, no os fiéis porque tras un vertiginoso descenso viene una subida, que unida a los kilómetros que llevamos en nuestras piernas, se hace larga. Como recompensa, veremos que entramos en Valdepeñas por el mismo punto por el que lo abandonamos horas antes (12).

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