Sé que no es el mejor lugar, pero tengo un gusanillo en el estómago que me empuja a escribir unas líneas recordando a un amigo, al que una vez tuve la suerte de escuchar en persona y que he tenido el privilegio de compartir con él infinidad de noches. Un amigo que luchó contra un cáncer que a principios de mayo le dio una pequeña tregua, que muchos recibimos con lágrimas en los ojos, pero que sólo fue eso, una tregua, que hoy hace que nuestros ojos vuelvan a albergar lágrimas, pero esta vez, de tristeza.
Los que compartimos la profesión de periodista hemos aprendido mucho de él, y a partir de hoy, le recordaremos aún más si cabe.
Desde este humilde espacio descargo esta sensación que me impide concentrarme en mi trabajo. No sé si hay vida después de la muerte, lo que sí es seguro, es que siempre nos acompañará a mi y a muchos como yo que le apreciaban.
Descanse en paz. Carlos LLamas.
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